Nuestra posición sobre
las críticas a la gestión de la
Facultad de Derecho
Ante las afirmaciones
equivocadas que se han formulado en el decurso de la difusión de propuestas
gremiales por una parte de los actores electorales en las instancias previas al
acto del 26 de Marzo, los integrantes de la Agrupación “POR LOS PRINCIPIOS
UNIVERSITARIOS” reafirman su voluntad de soslayar los agravios que dichas
afirmaciones contienen desde su propia condición de no ser ni ciertas ni
correctas y mantienen su postura constructiva tal como ha sido su impronta
desde sus orígenes y a través de su actuación universitaria académicamente comprometida e institucionalmente progresista.
Queremos hacer notar que una
parte sustantiva de las propuestas coincidentes de estos actores descansan en aspectos críticos de la gestión
de la Decana Prof. Dora Bagdassarian.
Nuestra agrupación docente
“Por los Principios Universitarios” no comparte en absoluto esos puntos de
vista. En primer término, y con distintos énfasis, los actores estiman que debe
urgentemente procederse a la reforma de los planes de estudio en las carreras
jurídicas. El objetivo es enteramente compartible, desde luego.
El problema es que uno de
esos actores olvida que estuvo en la
conducción de la Facultad de Derecho durante 20 años sin siquiera alterar una
asignatura, mientras que el Decanato actual,
en una renovación inédita,
modificó los planes de las carreras de Relaciones Laborales y de Relaciones
Internacionales. La imputación que hacen
ambos actores de la falta de renovación
de planes de estudio se afinca, quizá,
en una concepción que mira a la Facultad de Derecho desde la exclusiva
óptica de las carreras jurídicas, soslayando que más del 50% de la
matrícula corresponde a las carreras cuyos planes han sido modificados según la
Ordenanza de Grado.
Se pretende, además, minimizar la gestión de la Decana
Bagdassarian, haciendo pasar las mejoras edilicias y en equipamiento como aspectos
meramente ornamentales, cuando en realidad el simple pasaje por cualquiera de los
salones de la Facultad demuestra que
esas transformaciones redundan en comodidades impensadas en el pasado, que
contribuyen a la dignificación de la tarea docente y a mejorar las condiciones
de aprendizaje.
En segundo término los
actores señalados esgrimen la escasa participación del orden docente en el
gobierno de la Facultad. El mayor involucramiento docente es también un
objetivo compartible, y es bueno reconocer que en general los docentes han
participado en las diversas comisiones del Consejo y han dirigido los
principales departamentos de la Facultad.
Sin embargo, en la crítica
que se plantea hay un aire de falsa contradicción con el orden
estudiantil, al que se sindica como el responsable último de la conducción
de la Facultad en los últimos años. Se
trata de un asunto bastante inexplicable, porque la agrupación mayoritaria del
orden estudiantil cuenta solo con solo
dos miembros en doce el Consejo, órgano directivo de la Facultad. ¿Cómo hegemonizar el gobierno con dos
miembros en doce?
La falsa contradicción,
llevada a su extremo corre el riesgo de
parecerse a un planteo estamental que entendemos polariza injustificadamente la
realidad y puede comprometer el espíritu de colaboración que se reclama por
esos actores para la futura gestión universitaria, sea quien sea el lema
docente que obtenga las mayorías. Ese
espíritu estamental se revela asimismo
en algunas expresiones que reclaman al conjunto del orden docente un retorno al cogobierno por encima de las
diferencias entre listas y agrupaciones.
Para
nuestra agrupación “Por los Principios Universitarios” la discusión es de ideas, no de órdenes.
La
práctica que intentamos articular es la de vincular, justamente, concepciones y
sensibilidades similares que podamos cultivar entre los diversos órdenes con
miras a una transformación real de la Facultad.
Lejos de resultar una
gestión hegemonizada por los estudiantes, la Prof. Bagdassarian ha ejercido un Decanato “a tiempo completo”, a diferencia del pasado, en que ciertos
Decanos concebían su labor como un simple pasaje de camino al Estudio
Profesional y dejaban en manos de los
asistentes la gestión de la Facultad. Se trató de un Decanato de puertas
abiertas: bastaba con acercarse a la oficina para que la Decana atendiera, a
veces personalmente a quien lo requiriera.
Debemos decir además que es convicción unánime de los integrantes
de nuestro lema expresar que la instalación de contenidos falsos atribuyendo
defecciones en el modelo de gestión llevado adelante por 8 años de denodado
esfuerzo y profunda lucidez por la actual administración no resulta bienvenida
en momentos históricos en que solo resulta imprescindible el estricto apego a
la verdad. Y esta verdad es que ninguna
crítica es sustentable cuando se erige sobre el desconocimiento de los resultados
efectivos que la transformación de la Facultad ha generado para beneficio
incluso de quienes se oponen por el solo hecho de comportar un ejercicio de
esgrima sin sentido crítico y con
objetivos electoralistas.
La Facultad de Derecho es un
antes y un después de la actual gestión de gobierno tanto en la sensible
dimensión académica de Grado y de Posgrado cuanto en el arduo territorio de la
administración racional de los recursos materiales y humanos como, finalmente,
en la solidificación de las bases sobre las que se pueden construir nuevos
futuros alejados de la improvisación con que administraciones anteriores
conducían los destinos de nuestra Casa de Estudios. Es falaz atribuir el predominio
de un orden sobre otro; se trata antes
que nada de una proyección a esta
administración de lo que constituye la propia esencia de quien dirige la
critica.
Esta administración ha
tomado con firmeza el timón para que el rumbo final no fuera desacomodado por
bregas internas que, precisamente como el discurso que instala la prevalencia de un orden sobre
otro, impiden la racional comprensión del papel que cada orden está convocado a
comportar: el co gobierno impone
discusión y debate pero en aras del bien común que emerge como síntesis de esos
debates y discusiones que, necesariamente, no deben interpretarse como
prevalencia en lucha de poder sino como convergencia luego de la superación de
las posturas trazadas en la discusión. El cambio cultural en el abordaje de
los temas universitarios es el único camino para comprender que las discusiones
y los debates así como la defensa de posturas en los distintos órdenes tienen
por finalidad última la salvaguarda de la propia existencia de la Universidad
Pública como único centro educativo democrático que garantiza la unidad en la
diversidad.
Por ello los docentes que hemos compartido la gestión del actual
decanato proponemos “Seguir Mejorando la Facultad” y continuar la tarea de
transformación sin falsas oposiciones ni menoscabo de los visibles logros
alcanzados.
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